"El que encubre sus pecados no prosperara; mas el que los confiese y se aparta alcanzara misericordia." (Proverbios 28:13)
El autor de los Proverbios, como el resto de la Palabra de Dios, nos habla de la realidad del pecado que mora en nosotros. Gracias a la obra de Cristo, hemos sido regenerados y perdonados del pecado, sin embargo, continuamos inclinados hacia el pecado y por lo tanto es necesario una confesión continua para que nuestra relación con Dios sea siempre una comunión agradable con El.
No podemos pretender que saldremos bien librados cuando tenemos una conducta pecaminosa. Dios todo lo ve y no hay nada que se esconda de su presencia. Nos engañamos a nosotros mismos y sufrimos las consecuencias de encubrir el pecado. Cuando no confesamos nuestro pecado, perdemos nuestra comunión con Dios, contristamos al Espiritu Santo y nuestro gozo es opacado.
El Rey David tuvo esta experiencia personal por su propio pecado no confesado. En el Salmo 51:10-12 nos dice que él Rey David, después que el Profeta de Dios lo amonestara, el confeso lo siguiente: "Crea en mi, Oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mi. No me eches de delante de ti, y no quites de mi tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de la salvación, y Espíritu noble me sustente. Salmo 32:5 nos dice: "Mi pecado te declare y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesare mis transgresiones a Jehova; y tu perdonaste la maldad de mi pecado."
Como creyentes, no estamos inmunes a pecar. La obra de Cristo y su perdón nos alcanza constantemente, lo que nos es necesario es reconocer que hemos pecado contra Dios y confesar nuestro pecado. 1 Juan 6:9 nos dice: "Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad." 1 Juan 2:1 nos dice: "Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo."
Cuando confesamos nuestros pecados, reconocemos la santidad de Dios y estamos de acuerdo en lo que Dios dice acerca del pecado. Es Dios, el que a través de la palabra y su Santo Espíritu nos muestra y redarguye de pecado. Juan 16:8 nos dice: "Y cuando El venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. Únicamente el necio y el impío niega su pecado y se revela contra Dios." Proverbios 14:9 nos dice: "Los necios se mofan del pecado, mas entre los rectos hay buena voluntad."
Amadas hermanas; sabemos que Dios perdona pero muchas veces no tenemos una actitud seria contra el pecado. Tenemos que estar conscientes que Dios aborrece el pecado y que El nos manda a apartarnos del pecado. Recordemos que hemos sido perdonados y libres para vivir una plena comunión con El. Por lo tanto no demos lugar a que el pecado se enraicé y cause sus efectos en nuestra vida y nuestra relación con Dios. Cuando no confesamos nuestro pecado, no gozamos de mayores bendiciones. Pidámosle a Dios en oración que su Espíritu nos inquiete y redarguya de pecado. Es mi oración que reconozcamos la obra redentora de Cristo y que es su sangre la que nos limpia de pecado.
El Apóstol Pablo nos dice en Romanos 5:8 "Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aun pecadores, Cristo murió por nosotros."
Dios les bendiga
Sandra.
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