Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad. Ef. 1:3-5 Las bendiciones espirituales se fundamentan en él y depe nden de una relación vital. Dios es el gestor de las bendiciones espirituales, Cristo el mediador y nosotros los beneficiarios. En Cristo tenemos todos los beneficios de conocer a Dios: salvación, adopción, y perdón, al vivir en una relación íntima y continúa con Cristo, es cuando podemos disfrutar de estas bendiciones; las cuales son eternas, y no temporales ya que son celestiales y no dependen del hombre sino de Dios. Pablo nos dice que no somos salvos porque lo merezcamos, sino por la gracia de Dios que nos ha sido dada de forma gratui