¿Alguna vez has leído un pasaje tantas veces que el mensaje del Evangelio se debilita? ¿Y luego has experimentado a Dios abrir generosamente los oídos de tu corazón para que puedas escuchar las mismas palabras a través de Su Espíritu hablándote en la intimidad, y que éstas cobran un nuevo significado? Dios puede usar precisamente tu tiempo a solas con Él. O tal vez a una maestra de la Biblia que te ayude a ver una antigua verdad de una manera más profunda. ¿Ha usado Dios alguna vez a otra creyente para despertar en ti un conocimiento más profundo de Sus Caminos? Para mí, la vida de Amy Carmichael (1867-1951) ha engrandecido y clarificado las palabras de Mateo 16:25, tan conocidas, pero con frecuencia no bien asimiladas: “Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí la hallará.” Puedo decir, junto con su biógrafa, Elisabeth Elliot, “Vi cómo en ella la piedad tomaba forma”. Su vida: devoción de todo corazón Amy Carmichael naci