Por: Clara Nathalie Sánchez Díaz En una ocasión escuché a una persona muy sabia decir que uno de sus deseos más profundos es caminar en santidad de tal forma que 10 años más adelante cuando mire su propia vida le sorprendan las cosas pecaminosas que hacía sin darse cuenta... Ese también debería ser nuestro deseo, que exista cada vez menos pecado en nosotras. En verdad eso solo es posible asesinando al "yo" cada día y dejando que Cristo viva en nosotras. Esta vivencia se une a algo que ha estado en mi mente las últimas semanas. Hay varios momentos en el día en los que siento deseos de llorar pero, a la luz de la Palabra, las razones son bastante pecaminosas. Mi corazón llora cuando las cosas no salen como yo quería, o cuando los demás no me toman en consideración, a veces llora incluso cuando alguien conocido pasa cerca de mí sin extenderme un saludo. O cuando siento rabia porque el otro no reacciona como espero, llora y patalea cuando Dios no me da lo que yo quiero y