Por Thabiti Anyabwile El Padre es amable conmigo. Debido a Su abundante amor y gracia interminable, yo no sólo soy un cristiano, sino también un pastor. Y por razones que no se pueden explicar, aparte de mi pura gracia del Salvador, cuento una gran compañía de otros pastores como amigos y colegas. El pastorado es una fraternidad, una hermandad. Cuando estamos juntos, hacemos lo que hacen los hermanos. Discutimos (o argumentamos sobre) lo que discuten los pastores (o argumentamos sobre): la predicación, la teología, las iglesias que pastoreamos y los deportes. Nos reímos juntos, nos aconsejamos entre sí, planeamos y hacemos estrategia para el avance del evangelio. En cierto modo, estas confabulaciones se convierten en una especie de revisión de trabajo de 360 grados. Dirigimos las principales puntos sobre nuestras descripciones de trabajo y reflexionamos juntos sobre nuestro progreso y luchas. En casi todas las reuniones que he tenido con mis compañeros pastores venimos a