“Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, pero no tengo amor, he llegado a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe”. 1 Corintios 13:1 Desde hace años, el versículo anterior ha llamado mi atención, de por sí la explicación del amor que se da en 1era de Corintios 13 es una de mis partes preferidas de la Palabra, por lo que, uno de mis propósitos, este año fue ser cada día más parecida a ese amor; el cual se encuentra bien definido en actitudes y acciones que deben tenerse y otras que han de ser evitadas. Siento que Dios ha mirado con suficiente agrado mi objetivo hasta el punto de hacerme ver que aunque debo ser intencional en practicarlo no es algo que pueda lograr en mis propias fuerzas y hoy eso fue evidente para mí, cuando al meditar sobre mi día el Espíritu me ayudó a ver cuán lejos estuve de ese amor. El Espíritu me hizo ver que mi impaciencia para con los demás e incluso conmigo misma, la falta de bondad en mis gestos, palabras, actitudes y acciones, mi deseo