En Mateo 19, Jesús dice que Dios ordenó la institución del matrimonio, y ha declarado que en todo matrimonio, el esposo y la esposa serán uno por toda la vida. El divorcio destruye matrimonios y también rompe una unión que Dios mismo estableció (Marcos 10:9). “Yo detesto el divorcio”, dice el Señor (Mal. 2:16). La enseñanza de Cristo sobre el divorcio es clara. Él restringió el divorcio bajo muchas circunstancias, y prohibió casarse de nuevo a los que se divorciaron sobre motivos inadecuados, llamando al nuevo matrimonio adulterio: “Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio” (Mateo 5:32). La palabra “infidelidad” en este versículo es la palabra porneia en griego, “fornicación” – que incluye todas las variedades de inmoralidad sexual. El Antiguo Testamento contiene pocas provisiones para que las personas divorciadas puedan casarse de nuevo (Lev. 21:11, 14; Deut