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La paciencia surge de una relación con Dios

La paciencia se desarrolla naturalmente a medida que crecemos en Dios y dependemos del Espíritu continuamente.

El fruto de la paciencia en todos los aspectos: longanimidad, capacidad de soportar, perseverancia. Está íntimamente relacionado con nuestra devoción a Dios.
¿Cuánto amamos a Dios? ¿de cuánto es digno Él para nosotros?, es digno de que rindamos nuestro carácter a él, y empecemos a vivir una vida para él.

Al comenzar a trabajar en nuestro carácter y pedirle a Dios mas amor y devoción por Él, sí o sí, comenzamos a experimentar mas paciencia, la naturaleza pecaminosa comienza a morir y la vida de Cristo aumenta comenzamos a ver el fruto de la paciencia en nuestra vida y relaciones.
A medida que maduramos en nuestra relación con Dios, comienzan otros hábitos a tomar dominio en situaciones que vivimos cotidianamente.

Muchas veces tenemos metas que nunca vamos a alcanzar, esto nos hace estar irritables y con poca paciencia, corremos detras de esas metas inalcanzables.

La paciencia es: una sumisión a Dios completa, a su voluntad y carácter.
Por lo que esto implicará el soportar, sufrir, tolerar, comprender, amar.
En colosenses 1:11, nos exhorta a que andemos como es digno del Señor, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad. Osea que podemos y debemos andar conforme a la potencia de su gloria.
Esto es glorioso y un privilegio.

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