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¡Sálvame Señor, que siento morir!

Este mundo es como un océano, y siempre debemos esperar tormentas. Tanto la vida del incrédulo como aquel que tiene a Cristo tienen que enfrentar dificultades mientras vivan, la diferencia es que para nosotras todo esto tiene resultados maravillosos en nuestras almas y lo que es mejor, Cristo va junto a nosotras.

Cada mujer cristiana ha tenido que enfrentar diversas pruebas con sabiduría y la ayuda de Dios, pero quizás aún no ha llegado la hora de experimentar esas pruebas devastadoras y dolorosas como las que vivió Job, una prueba tras otra. 

 ¿Estás preparada espiritualmente para ello? 
Sé que si dependiera de nosotras las evadiríamos ya que nos causa temor de tan solo pensarlo. 
Pero debemos estar preparadas y aceptar humildemente los designios de Dios, ya que las pruebas y tribulaciones acontecen para conocer la debilidad de nuestra fe, porque solo hasta que se colocan en el horno de la prueba y la ansiedad es que se llega a perfeccionar y conocer el valor real de ella. 

Toda mujer cristiana instruida en las Escrituras debe saber que su fe está ligada al padecimiento.

"y es que no solo se nos ha concedido creer en Jesucristo; sino también padecer por El". 
Y en otra cita, nuestro amado Jesús nos dice:
 “que en el mundo tendremos aflicción; pero que confiemos en El…”

Hermana, ora cada día, para cuando llegue el momento en que veas las olas arreciar una tras otra, no te sientas morir y no te falte la fe, y confíes en El sin titubear.
Una de las maneras correctas de dirigirse a Dios cada d
ía es orar con propiedad diciendo:
¡Señor Tu eres mi fuerza, Señor eres mi fortaleza, Señor eres mi roca, Señor eres mi salvación en tiempo de angustia! 
Muy distinto a decir: ¡Señor fortaléceme, Señor dame fuerza!, suena como muy débil ¡verdad!.
El hablar con propiedad te convertirá en una mujer segura, tal y como lo sentía y expresaba el rey David en los Salmos, y tengas que decir aun en la prueba más difícil “mi Dios vive”.
Medita en las Escrituras y haz tuya las promesas de Dios, adquiere sabiduría por medio de la meditación.
“Cuan bienaventurada y feliz es aquella mujer piadosa que ha encontrado por experiencia que su fe puede soportar el fuego, y que puede decir como Job: "He aquí, aunque El me matare, 
en El esperaré..." (Job 13:15.) 
Y esta es la clase de mujer cristiana que nuestro amado y bondadoso Dios desea que seamos, que confiemos plenamente en El, aunque sentimos morir.

Se cuenta la historia de una mujer verdaderamente piadosa, luego de haber enterrado a su hijo sentada sola en medio de la tristeza, consiguió aliviar su corazón con la expresión:
<<Dios vive>>; después de cierto tiempo, tuvo que despedirse de otro hijo, todavía insistió:
<< Los consuelos mueren, pero Dios vive>>.
Al fin de otro tiempo murió su querido esposo,  y se sentó abatida y abrumada por el dolor.
 Ella tenía todavía un niño pequeño, el cual, habiendo observado lo que había dicho antes, para consolarla se le acerco y le dijo:
 ¿Ha muerto Dios, madre? ¿Ha muerto Dios? 
Esto le llego al corazón, y con la bendición de Dios recobro la antigua confianza en su Dios, que es un Dios vivo.
!Oh mujer cristiana!, es necesario que salgáis de vuestro desanimo y dolor, y animéis vuestros espíritus, unas a otras y digas como David o como el relato de esta mujer piadosa
<<Mi Señor vive>> Salmo 18:46( C.H.S)

Nosotras no servimos a ningún Dios inanimado, imaginario o moribundo, sino al Único que tienen inmortalidad, y como leales súbditos de este Rey soberano aceptemos Sus decretos y designios sobre nuestra vida  y exclamemos:

<<Jehová vive, vive el Rey de Reyes>>  

Nosotras tenemos un Salvador en quien confiar y al cual orar en medio de la hora más negra, por eso digámosle "Señor, aumenta nuestra fe", y esta cita debe ser parte de nuestras peticiones diarias. Así las grandes tormentas de la duda y temor en el alma, suelen terminar en una calma maravillosa, creada y dirigida por el Espíritu de adopción.
<<Gracias a Dios por ello, porque mientras abunden las aflicciones, más abundante será Su consuelo para con nosotras>>
¡sálvame Señor , que siento morir! 
 ¿Habrá alguien libre de esto?

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