1 Corintios 13:7: ”El amor todo lo soporta”.
Si tenemos esperanza de que Dios obrará en ellos, tendremos la paciencia de esperar el tiempo que el Señor determinó obrar y salvarlos.
Para criar hijos se necesita muchísima paciencia. Debemos mantenernos firmes, confiando en toda circunstancia.
Con nuestro mal trato podemos hacerlos tropezar.
Es terrible cuando logramos provocar en nuestros hijos enojo, cuando los irritamos por nuestra falta de sumisión a Dios.
Efesios 6:4 “Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor”.
El Señor nos confía hijos para discipularlos, ¿pero cómo se hace en su voluntad?.
Muchas veces caemos en el error de exigir a nuestros hijos tareas que no le hemos enseñado. Los irritamos por medio de responsabilidades que logran que se frustren y enojen de tal manera que provocamos en ellos enojo.
La dureza indebida también es pecado.
¿Tus hijos te perciben como una madre enojada y frustrada? El amor reprime esa actitud, se sujeta por completo al plan de Dios.
Debemos por amor hacerlo como leíamos: “en disciplina y amonestación del Señor”. Esto se refiere a instrucción y corrección.
“amonestación”: significa advertencia.
Entonces nuestra tarea es llevarlos o guiarlos por el camino correcto, siempre en dirección hacia el Señor. Preparamos a nuestros hijos para que sean representantes del Señor aquí en la tierra.
No nos damos cuenta la gran responsabilidad que tenemos. Si realmente educamos a nuestros hijos en amor, lo que estamos haciendo es acercarlos a Él. Estamos siendo parte del trabajo de salvación que Dios hará en su vida. De lo contrario, si resentimos a nuestros hijos, los endurecemos, logramos que se rebelen a Dios y trabajamos juntamente con el diablo. Alejamos a nuestros hijos de la vida eterna y salvación.
Si tenemos esperanza de que Dios obrará en ellos, tendremos la paciencia de esperar el tiempo que el Señor determinó obrar y salvarlos.
Para criar hijos se necesita muchísima paciencia. Debemos mantenernos firmes, confiando en toda circunstancia.
Con nuestro mal trato podemos hacerlos tropezar.
Es terrible cuando logramos provocar en nuestros hijos enojo, cuando los irritamos por nuestra falta de sumisión a Dios.
Efesios 6:4 “Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor”.
El Señor nos confía hijos para discipularlos, ¿pero cómo se hace en su voluntad?.
Muchas veces caemos en el error de exigir a nuestros hijos tareas que no le hemos enseñado. Los irritamos por medio de responsabilidades que logran que se frustren y enojen de tal manera que provocamos en ellos enojo.
La dureza indebida también es pecado.
¿Tus hijos te perciben como una madre enojada y frustrada? El amor reprime esa actitud, se sujeta por completo al plan de Dios.
Debemos por amor hacerlo como leíamos: “en disciplina y amonestación del Señor”. Esto se refiere a instrucción y corrección.
“amonestación”: significa advertencia.
Entonces nuestra tarea es llevarlos o guiarlos por el camino correcto, siempre en dirección hacia el Señor. Preparamos a nuestros hijos para que sean representantes del Señor aquí en la tierra.
No nos damos cuenta la gran responsabilidad que tenemos. Si realmente educamos a nuestros hijos en amor, lo que estamos haciendo es acercarlos a Él. Estamos siendo parte del trabajo de salvación que Dios hará en su vida. De lo contrario, si resentimos a nuestros hijos, los endurecemos, logramos que se rebelen a Dios y trabajamos juntamente con el diablo. Alejamos a nuestros hijos de la vida eterna y salvación.
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