Una de las evidencias contundentes de los seguidores de Jesucristo dentro de las congregaciones y en el mundo, es el de "amar con obras o hechos visibles".
En muchas congregaciones la indolencia, e indiferencia es tan notoria, comenzando por los pastores, líderes, y entre miembros de una congregación.
El amor poco o casi nada se ve dentro de los templos.
El deseo de ayudarlos con hechos en las diversas crisis que muchos de ellos atraviesan ya no es la prioridad, solo se tiene por costumbre consolarlos, diciéndoles "Vamos a orar por ti, para que Dios te ayude a salir de este problema"
Acaso, no sabemos que no solo estamos llamados a orar por ellos sino que en lo que podamos deberíamos ser de ayuda para ellos.
"Que hagamos bien a todos según tengamos oportunidad, y especialmente a los de la familia de la fe". Gálatas 6:10.
En Santiago 2:16, 17,18. Nos habla de una fe cristiana con frutos, no existe, ni habrá siquiera uno, que sea un creyente estéril.
Si ves a tu hermano o hermana que no tienen ropa y carecen de sustento diario y uno de vosotros le dice: Ve en paz, calentaos, y saciaos (con mis oraciones), pero no le dais lo necesario para su cuerpo, ¿De qué sirve?
Te das cuenta que tus oraciones y tu falso amor se queda contigo para tu juicio.
Muchos incrédulos son filántropos (dan comida, dinero a mendigos, a viudas, en fin) ¡Pero tú! que dices tener fe cristiana¿no tienes fruto? Solo tienes fruto de indiferencia, y falta de afecto, ¡Cuidado! No existe creyente que tenga fe sin obras - no existe amor sin obras, y si hacemos obras serán con el amor que Dios ha derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos fue dado.
Solo un verdadero creyente en quien mora el Espíritu Santo amara a su hermano correctamente como Jesús nos enseñó.
John Blanchard en su libro ¿Cómo es un cristiano? Hace referencia de Jesús cuando deja en claro:
"En esto conocerán todos que sois mis discípulos si tuvieres amor los unos con los otro" (Juan 14:35).
Aquí, vemos que Jesús le ha dado también al mundo el derecho de hacer juicios a nuestra profesión de fe cristiana basados en el amor que tengamos los unos con los otros.
Nuestro conocimiento teológicos, nuestra elocuencia, nuestra fidelidad a la iglesia, el número de grandes nombres evangélicos que puedas ostentar, el número de comités en los que estés, el número de oficinas que poseas, tu aceptabilidad como orador, la popularidad de tu música, todo es irrelevante en este punto. En el mejor de los casos, son puramente secundarios, cuando se trata del mundo haciendo un juicio de tu posición espiritual, y cuando se trata en cuestión de tu influencia al momento de atraer personas para Cristo.
La única persona capaz de mostrar un amor realmente bíblico hacia ellos es el cristiano que vive en contacto con el Señor, fallar aquí es fracasar totalmente en nuestro testimonio al mundo.
El cristiano no solo es llamando a ser bueno sino hacer el bien. Sin embargo hay un precio que pagar. Cuando Evangeline Booth, hija del fundador del Ejército de Salvación se le pregunto el secreto de su vida cristiana, ella respondió `` Primero, amor; segundo amor; y tercero amor". Y si me preguntas como lo consigo, respondió: Primero, sacrificio; segundo sacrificio; tercero, sacrificio. Aquellas firmes palabras nos llevan directamente a las palabras de Jesús cuando dijo:
"Este es mi mandamiento que os améis unos a otros, como yo os he amado" (Juan 15:12).
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