Para empezar, nosotros sabemos que Dios aprueba el tener hijos. Esto es evidente en Tito 2:3-5 y en la exhortación de Pablo a las viudas jóvenes en 1 Timoteo 5:12. Salmo 127:3-5 dice que los hijos son un regalo de Dios y el hombre que tiene muchos hijos es bendecido. Una familia grande requiere mucha responsabilidad, pero hijos criados de una manera piadosa influenciarán al mundo para bien y para la gloria de Dios.
No obstante, nada en las Escrituras prohíbe a matrimonios a usar anticonceptivos, ya sea por un tiempo para retrasar la concepción, o permanentemente cuando ya han tenido hijos y están determinados que su familia está completa.
Sin embargo, no todos los medios anticonceptivos son aceptables. El aborto, tal vez el método más usado como “anticonceptivo” hoy en día, equivaldría al asesinato (cp. Éxodo 21:22, en donde el asesinato de un feto por nacer se castigaba con pena de muerte). Salmo 139:13-16 indica claramente que la vida fetal es vida humana. Cualquier forma de anticonceptivo que destruye un feto u óvulo fertilizado para prevenir la concepción es mala.
Otros métodos de anticonceptivos, incluyendo formas no abortivas de la pastilla, condones o procedimientos quirúrgicos comunes de ligadura tubárico o vasectomía, no plantean un problema bíblicamente. Si los cónyuges están persuadidos en sus consciencias ante Dios que no deben tener más hijos, ninguna escritura les prohíbe continuar con esa decisión.
En nuestro punto de vista, los anticonceptivos son bíblicamente admisibles. Al mismo tiempo, matrimonios no deben practicar los anticonceptivos si violan sus consciencias (Romanos 14:23) – no porque los anticonceptivos sean intrínsecamente pecaminosos, pero porque siempre es incorrecto violar nuestras consciencias. La pregunta para una consciencia mal informada es no violarla, sino corregirla e informarla con información bíblica.
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