Proverbios 16:1-3 " Del hombre son los propósitos del corazón, más del Señor es la respuesta de la lengua. Todos los caminos del hombre son limpios ante sus propios ojos, pero el Señor sondea los espíritus. Encomienda tus obras al Señor, y tus propósitos se afianzarán."
Siempre que se habla de la Soberanía de Dios hay conflicto, porque se defiende mucho la libertad que tiene el hombre. Sin embargo, la Biblia enseña que sobre la libertad del hombre está la soberanía de Dios.
El versículo 1 pone énfasis en la soberanía de Dios, primero dice que el hombre tiene la capacidad de proyectarse hacia el futuro, e inmediatamente muestra la verdad de que tiene sus limitaciones, porque al final de cuentas Dios decide, es Soberano. Él tiene la última palabra sobre la vida del hombre, Dios entrega cada palabra al hombre e influye en los creyentes en su manera de pensar: “Y nosotros hemos recibido, no el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para que conozcamos lo que Dios nos ha dado gratuitamente, de lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las enseñadas por el Espíritu, combinando pensamientos espirituales con palabras espirituales." 1 Corintios 3:12-13
El versículo 2 enseña que todo camino ante los ojos del hombre es "puro" o "limpio". Sin embargo, en la segunda parte aclara que Dios es el que examina el espíritu humano. Dios es el que sabe lo que es bueno o malo con certeza. El hombre no distingue entre el bien y el mal porque el pecado ha distorsionado su razón.
Por ello se necesita la Palabra de Dios enseñada y predicada al hombre para poder discernir entre lo recto y lo pecaminoso. El criterio humano no es suficiente, como expresó Calvino: “El hombre se engaña con lo externo mientras Dios pesa los secretos impuros del corazón"
Así que pongamos atención a lo que dice el versículo 3 empieza con un versículo en modo imperativo, captando la idea de confiar (encomienda) a Dios la obra de uno. Al entregar nuestras obras a Él, vendrá la bendición de la presencia divina en todo lo que hagamos.
En conclusión: Dios es Soberano en dar la última palabra, es el Juez en última instancia, afirma nuestros pensamientos y toma la decisión final. Descansamos en El si encomendamos nuestros actos y confirmamos su voluntad en ellos.
LETY MARISCAL
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