Annamarie Sauter: Nancy Leigh DeMoss nos dice que las jóvenes necesitan encontrar mujeres mayores para hacerles preguntas como éstas:
Nancy Leigh DeMoss: “¿Me podrías enseñar cómo limpiar mi casa? ¿cómo organizar mi entorno? Nunca me enseñaron cómo hacer esto y me siento avergonzada, me apena esto.” Bueno... déjame decirte que más vale temprano que tarde.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín.
Para que puedas escuchar esta emisión de Aviva Nuestros Corazones, esta estación de radio tiene que estar en orden. Nancy ha estado enseñando verso por verso Proverbios 31, y la estación mantiene los programas en orden a fin de que la serie tenga sentido.
Lo mismo es verdad cuando escuchas nuestros programas a través del Internet u ordenas los discos compactos. El que otro sea organizado te permite a ti relajarte y sentirte cómoda. ¿Estás haciendo tú que otros se sientan así?
Escuchemos a Nancy en la voz de Patricia de Saladín en la serie llamada La m ujer c ontra-cultura.
Nancy: Mientras ibas creciendo, ¿alguna vez pensaste que tu madre tenía ojos en la parte de atrás de su cabeza? Alguna vez pensaste ¿cómo sabe ella eso? ¿cómo lo vio?
Bueno, según Proverbios capítulo 31, se supone que las mamás tengan ojos en la parte posterior de la cabeza. Ahora, no es que diga eso exactamente, pero veremos el versículo que me hace pensar en esta frase.
Proverbios capítulo 31, versículo 27. Sobre esta mujer virtuosa, esta mujer de carácter noble, las Escrituras nos dicen que, “Ella vigila la marcha de su casa y no come el pan de la ociosidad”.
Vamos a dividir este versículo en partes porque nos tomará una, dos o quizás tres sesiones revisarlo. Mira esta palabra, ella vigila. Esta mujer es observadora. ella sabe lo que está pasando, está alerta. Está sintonizada con lo que sucede en su alrededor. No deja simplemente que su familia crezca, ella está siendo vigilante de ese crecimiento.
Es como una guardiana. Si un hombre tiene como labor ser guardia de un edificio durante la noche, en algún establecimiento comercial o en una casa grande, su trabajo es asegurarse de que nadie entre o salga por esas puertas sin que él sepa qué sucede. Es su labor vigilar. Su trabajo es mantener sus ojos abiertos.
No se supone que él se duerma en su trabajo. Quizás tú pienses, “Bueno, es cierto, cuando uno es madre no se supone que te den permiso de dormir, ¿verdad?” Bueno, eso no es lo que dice este pasaje, sino lo que este pasaje más bien dice es que ella es observadora, vigilante.
Ella vigila las situaciones, los asuntos de su casa. Está alerta a la condición de su hogar. Sabe lo que sucede. Conoce las necesidades de su familia. Conoce la temperatura, el clima de su hogar. Está sintonizada con los cambios en la vida de sus hijos. Y, por cierto mamás, esta es una manera en la que ayudamos a nuestros esposos porque muchas veces vas a percibir estas cosas antes que él, siendo que las mujeres típicamente estamos más sintonizadas relacionalmente.
Puede que te des cuenta de algunas de estas cosas, tal vez es algo en la vida de tus hijos; quizás ves ciertas semillas que pudieran desarrollarse en algo que te preocupa. Parte de ser ayuda de tu esposo es llamar su atención sobre estos asuntos.
Ahora, no significa que vas a fastidiarlo y a darle la lata con esos temas. No significa que eres el Espíritu Santo de su vida. Vas a pensar antes de hablarlo y esperas ver si es el tiempo de Dios evaluando si lo que percibes es correcto. Pero al ser vigilante, estás siendo de ayuda para tu esposo; estás siendo de ayuda para tu familia.
Aquí vemos a esta mujer que al vigilar la marcha de su casa no se pierde nada. Está alerta a los detalles de lo que sucede en su familia; no para controlar a su familia, sino para servirle mejor.
Y el estar vigilante a la marcha de su casa puede ser algo tan práctico como notar que los pantalones de tu hijo de 8 años le quedan “salta-charcos” (están muy cortos) porque él está creciendo. Necesita pantalones más largos. Esa es una forma práctica en que vigilas la marcha de tu casa.
Puede también que vigiles lo que comen y notes si están tomando tanta azúcar que su comportamiento está siendo afectado. Estás alerta al hecho de que algunos niños no toleran mucha azúcar, así que vigilas sus dietas, sus consumos, estás vigilante de la marcha de tu casa.
Pero es mucho más fácil vigilar los aspectos físicos de tu casa que los aspectos espirituales, estar en sintonía con lo que sucede en el corazón de tus hijos.
Algunas de estas cosas no las conocerás con simplemente mirarlos. Pero te digo que en la medida que oras por tus hijos y que estás en la Palabra, el Espíritu Santo te ayudará a saber cosas que de otro modo no podrías saber.
Dios te dará la sabiduría. Dios te dará sagacidad para saber qué sucede en la vida de tus hijos. Él te mostrará en qué cosas debes estar alerta. Por eso es que como madre no puedes hacer esto sola.
La crianza, el ser esposa, el ser una mujer virtuosa, es algo que harás caminando en el poder del Espíritu Santo.
Él es quien te capacita para hacer esto. Y al pensar en esta madre en esta esposa, también ella estará alerta sobre quiénes son los amigos de sus hijos.
En días pasados le pregunté a una madre: “¿Te agradan los amigos que tus hijos han escogido?” Y la mamá podía darme la respuesta porque ella sabía quienes eran los amigos de sus hijos y sabía el tipo de influencia que tenían esos niños sobre la vida de ellos. Esa es una mamá que vigila la marcha de su casa.
Las madres necesitan saber. Tú necesitas saber qué están leyendo tus hijos, lo que escuchan, lo que visten.
Tengo que decirlo, que a veces me sorprende la forma en que algunos padres dejan que sus hijos salgan vestidos de sus hogares.
Madres, ¿están vigilando bien la marcha de sus casas? ¿cómo visten tus hijos? Puede que digas, “Bueno, eso es lo que se usa”. Eso es lo que se usa pero escúchame, la mamá eres tú.
Dios te dio la responsabilidad mientras esos hijos estén bajo tu autoridad, bajo tu techo. Dios te dio la responsabilidad de vigilar sus pasos, de saber cuándo salen y cuándo entran y saber qué hacen.
Probablemente a cierta edad tus hijos comenzarán a no estar tan contentos de que quieras saber todo lo que hacen y dónde estuvieron y con quién estuvieron. Pero eso es parte de tu trabajo.
De nuevo, no es que estés controlando cada detalle de la vida de tus hijos. Uno de los retos que tendrás es dejarlos libres a medida que crecen. Pero si vigilaste bien la marcha de tu hogar cuando ellos eran pequeños, a medida que van creciendo encontrarás que está bien soltarlos porque habrán adoptado la forma de pensar, de vivir y de actuar conforme a la voluntad de Dios. Debes velar bien por los hábitos, las actividades de los miembros de tu familia, el desarrollo espiritual de tus hijos, el clima de tu hogar.
Podrás notar que las cosas van llegando al punto donde todos van en direcciones tan diferentes que la familia no tiene realmente tiempo de hablar o de estar juntos. Puede que necesites decir: “Oigan, necesitamos tiempo como familia, necesitamos un tiempo donde cerremos la puerta, apaguemos la televisión y mandemos a los amigos a sus hogares”.
Porque hay un tiempo para abrir nuestras puertas para la hospitalidad y hay un tiempo en que nuestra familia necesita reunirse. Hemos estado entrando y saliendo demasiado. Eso es velar por la marcha del hogar. Y por supuesto, no lo haces independientemente de tu esposo. Lo haces como parte de un equipo con él, como su ayuda.
Puede que tu esposo en algún punto no lo vea como tú lo ves. Entonces, no lo fastidies con eso. Exprésale tu punto de vista y luego retrocede y deja que el Señor sea quien decida qué punto prevalece. Hay un balance aquí porque cuando comenzamos a hablar de vigilar bien, sé que hay madres que se convierten en ultra-controladoras y se aferran tan fuertemente a esto que hacen sentir a sus familias como que no tienen espacio ni para respirar. Ahí está el balance.
Así que cuando sea necesario, alerta a tu esposo, pero no dejes el dedo puesto en el botón de alerta. Suéltalo y deja que el Señor sea quien ponga eso en el corazón de tu esposo.
Ahora, la segunda parte de este versículo nos dice algo que es importante. Si vas a observar la marcha de tu hogar, debes observar la segunda parte que dice “no come el pan de la ociosidad” (versículo 27). Esta no es una mujer ociosa, es una mujer industriosa, diligente. Ser una mujer virtuosa es mucho trabajo. Es un trabajo difícil. No viene de manera natural o fácilmente. Requiere el constante estar disponible en tu puesto de trabajo, constantemente alerta.
Es interesante que en 1 Timoteo capítulo 5, el apóstol Pablo nos habla de este tema de la ociosidad. Al igual que Proverbios lo relaciona al manejo del hogar.
En el contexto inmediato, 1 Timoteo capítulo 5 habla sobre las viudas jóvenes. Pablo va animar a las viudas jóvenes a que se vuelvan a casar porque, dice él, que si no lo hacen su tendencia será, o podría ser, el de volverse ociosas.
Ellas aprenden a ser ociosas, (observa luego los versos 11-15) andando de casa en casa, y no solo ociosas sino chismosas y husmeadoras. Cuando no te ocupas de las cosas para las que Dios te creó; cuando tienes tiempo en tus manos que Dios no pretendió que usaras de otro modo, entonces llenarás ese tiempo con algo. Y muchas veces con lo que lo llenamos es hablando.
Las mujeres que tienen mucho tiempo para hablar por teléfono, puede que estén dejando de hacer algunas de las cosas que deben estar haciendo en ese tiempo. Y ¿qué sucede cuando tenemos mucho tiempo para hablar? Tendemos al chisme y a entrometernos en lo ajeno.
Y Pablo continúa diciendo... “Hablando de cosas que no son dignas”. Así que dice, “Por tanto, quiero que las viudas más jóvenes se casen, que tengan hijos, que cuiden su casa y no den al adversario ocasión de reproche”. (versículo 14).
Cuiden sus casas, como ves, si eres ociosa, no tendrás tiempo para cuidar tu casa. No podrás vigilar bien la marcha de tu casa. Pero si eres diligente, estarás preparada a tener el tiempo de organización, manejo y liderazgo que tu hogar necesita.
Si eres ociosa, las cosas en tu casa estarán fuera de control. Y si estás pasando tu tiempo haciendo las cosas que no corresponden a esta etapa de tu vida, tu casa estará fuera de control.
Ahí es donde encontramos mujeres que dicen: “Mi casa es un desastre, no puedo limpiarla, no puedo organizarla. Mi vida es un desorden, mi vida está fuera de control, mis hijos están fuera de control”. Estas tienden a ser expresiones de mujeres que están fuera de control porque han sido ociosas.
Así que ¿puedes ver el contraste? Si eres ociosa no podrás manejar bien tu casa.
Proverbios entonces nos dice que esta mujer maneja bien su casa. “Ella vigila la marcha de su casa y no come el pan de la ociosidad” (verso 27).
Recientemente alguien me envió un correo electrónico muy lindo, titulado: "Por qué amo a mi mamá"; y dice así:
Mamá y papá estaban viendo la televisión cuando mamá dijo: estoy cansada, es tarde, creo que me voy a la cama. Así que se fue a la cocina, preparó los emparedados para el día siguiente, lavó los envases de las palomitas de maíz, sacó la carne del congelador para la cena del día siguiente, revisó los niveles de los cereales, rellenó el envase del azúcar, colocó las cucharas en los cazos y los colocó en la mesa. Preparó la cafetera para la mañana siguiente.
Luego puso unas ropas mojadas en la secadora, planchó una camisa y cosió un botón flojo. Recogió las piezas de un juego que quedaron sobre la mesa y puso la guía telefónica en su gaveta de nuevo. Regó las plantas, sacó la basura y colgó una toalla para que se secara.
Bostezó y se estiró de camino a su habitación. Se detuvo en su escritorio y le escribió una nota a la profesora, sacó el dinero para el pasadía escolar, firmó una tarjeta de cumpleaños de una amiga y escribió una lista para el supermercado y ambas las dejó cerca de su cartera.
Mamá, luego de lavar su cara, untarse humectante, cepillarse y pasarse el hilo dental y pintarse las uñas escuchó a papá decir: “Pensé que te ibas a la cama”. “Ya voy”, dijo. Puso agua en el plato del perro y entró la gata, se aseguró que las puertas estaban cerradas. Vio a cada uno de los chicos, apagó una lámpara, colgó una camisa, entró unas medias sucias en el cesto de ropa sucia, y tuvo una breve conversación con el que estaba aún despierto haciendo tareas.
De vuelta en su habitación puso la alarma, sacó la ropa para el día siguiente, acomodó los zapatos en la zapatera. Agregó tres cosas en la lista de mañana. En ese momento papá apagó la televisión y anunció a nadie en particular “me voy a la cama” y así lo hizo.
Ahora, no es mi intención enfatizar nada acerca de los hombres, lo que pretendo es que esto sea una ilustración de lo que escuchamos decir de que el trabajo de la mujer nunca termina. En cierto modo, quizás esa mujer ilustra lo que hemos estado viendo en Proverbios capítulo 31.
Hemos estado viendo el versículo 27 donde se nos dice que esta mujer virtuosa, esta mujer de carácter noble, “ella vigila la marcha de su casa y no come el pan de la ociosidad.” Ella es trabajadora, siempre alerta, siempre vigilante de que las necesidades de su familia sean cubiertas.
Porque, como verán, si una mujer no hace lo que Dios la ha llamado a hacer en el manejo de su hogar, si no está ocupada haciendo el trabajo que Dios le ha asignado hacer, entonces será ociosa y su casa y cualquier cosa que tenga en esa etapa de su vida, estará fuera de control. Entonces el enemigo apunta su dedo y pregunta: “¿y ella es cristiana?”
No es solo un reflejo negativo sobre ella misma, sino que se reflejará negativamente en su esposo, en sus hijos y más importante aún, se reflejará negativamente en Cristo.
Las mujeres nos escriben y comparten conmigo áreas de lucha que han vivido. Algo que veo muy frecuentemente es la lucha con la disciplina, la lucha con el uso del tiempo y como organizar su vida. Me conmueve leer lo que una mujer nos escribió no hace mucho tiempo atrás. Ella dijo:
“Soy indisciplinada en casi cada área de mi vida. Apenas soy consistente en cepillarme los dientes. Tengo el mal hábito de ser vaga y algo desordenada. Si entraras a mi casa pensarías que somos unos cerdos. En general lo que soy es indisciplinada.
Quiero ser la mejor esposa y madre posible, pero fallo una y otra vez por mi actitud egoísta e indisciplinada. Estas son áreas de mi vida que están en cautiverio y ella habla de sus hábitos alimenticios. He ganado 50 libras en los últimos 5 años. Esto me hace físicamente poco atractiva y me siento mal por mi esposo.
En general no tengo una rutina diaria. Me cuesta mantenerme en el presupuesto que mi esposo y yo diseñamos.
Ahora bien, no culpo a mis padres. Mi papá era un hombre muy ocupado y mi mamá también. En esencia me crié sola. —Y ahora ella como esposa y madre está luchando con estas cosas.— ¿Podré desarrollar las destrezas necesarias para convertirme en un ente disciplinado y productivo de la sociedad? ¿Me puedo convertir en una esposa que ame más a su familia que a sí misma? Quiero entrenar a mis hijas para que se conviertan en niñas piadosas, disciplinadas y productivas. ¿Hay esperanza de cambio para mí, a los 31 años?”
Deja que te diga: “¡claro que si! ¡hay esperanza!” Por eso tenemos Aviva Nuestros Corazonesporque tenemos un Dios que cuida nuestros corazones y a quien le importan nuestros hogares y cómo estos son afectados por la condición de nuestros corazones.
Para eso está la gracia de Dios, para las fallas. Es para las personas que jamás han aprendido, que jamás han desarrollado las destrezas de vida que quizás debieron haber aprendido cuando eran niños, pero que a través de un corazón arrepentido y de un espíritu contrito y enseñable todas nosotras podemos aprender y adquirir esas destrezas y esas disciplinas que necesitamos tener para ser las mujeres que Dios quiere que seamos.
Permíteme decirte a modo de paréntesis: si la historia que leí se parece a la tuya de alguna manera, no te quedes con eso dentro, ¡busca ayuda!
Ve primero al Señor, como esta mujer está haciendo y dile: “Señor, no quiero ser así. Quiero ser una mujer disciplinada. No quiero ser ociosa. Quiero poder entrenar a mis hijos en el camino correcto, pero necesito de tu gracia”. Entonces busca una mujer que conozca a Dios y que camine con Dios y que sea una mujer disciplinada en las áreas donde tú luchas y dile: “¿podrías ayudarme?” Humíllate.
Quizás dices: “No me imagino entrando a nadie a mi hogar”. Humíllate. Busca a alguien. Hay gente que nace siendo organizada. No creo que nadie nazca siendo disciplinado, eso es algo que el espíritu desarrolla en nuestras vidas. Pero hay personas que organizan sus horarios, sus días y su entorno con mas naturalidad.
Encuentra alguna de esas personas y deja que use su don contigo y dile: “Necesito ayuda. Nunca aprendí como se hace esto y me avergüenza. ¿Me podrías ayudar y podrías enseñarme cómo se limpia mi casa, cómo organizo mi entorno, cómo mantengo mi cuerpo bajo control?” Solo las disciplinas, las disciplinas básicas de la vida. Y mientras más temprano mejor, porque si dejas pasar el tiempo, quizás tus hijos habrán crecido y habrás reproducido en ellos asuntos de carácter que hoy lamentas. Aunque hay cosas que no vuelven atrás, por la gracia de Dios siempre tenemos esperanza
No importa la edad en que estés, ni la etapa de vida en que vives, cuando Dios te habla de algo, no es muy tarde para lidiar con eso. Ahora, no lo dejes para después porque vendrá el tiempo en que esta mujer desearía que le hubieran enseñado estas cosas a los 13 años en lugar de luchar con ellas a los 31; lo cierto es que Dios se acercará a ti donde quiera que estés.
Dile: “Señor necesito ayuda.” Ve al cuerpo de Cristo y dile: “Necesito ayuda, necesito ser entrenada en cómo ser una mujer responsable para velar por los asuntos de mi hogar”.
Si no lo haces, déjame recordarte que hay consecuencias. Tu esposo cosechará esas consecuencias. Y el enemigo, el mismo Satanás tiene municiones. Él tiene municiones para mantenerte derrotada, para mantenerte en la esclavitud que esta mujer señala. Ella se siente miserable porque el enemigo la acusa.
Él le dice: “Mírate, no puedes organizar tu vida”. Pero otras personas la ven. El enemigo está usando su falta de disciplina, su ociosidad como pretexto para que Cristo luzca mal.
No quiero que se vayan con una carga o con un sentido de culpabilidad por esto. Solo quiero que sepan que por esto es que hay mucho en juego cuando hablamos de convertirnos en mujeres que reflejan la belleza y el corazón de Cristo.
No es solo para que podamos ser más felices. Es porque el Evangelio está de por medio. La forma en que vivimos y como funcionamos y como lucen nuestros hogares, todo refleja el Evangelio de Cristo.
Por esto quiero que mi entorno y la forma en que me desenvuelvo y organizo mi agenda, que todo diga: “así luce Dios”. Esta es Su belleza. Estas son Sus formas, y de ese modo hacer Sus formas atractivas para el mundo que observa.
Annamarie: Nancy Leigh DeMoss acaba de darte una buena razón para mantener tu hogar bien organizado. No para impresionar a los amigos que visitan. No porque quieres ser una perfeccionista. Ni para que tu hogar luzca como salido de un catálogo o revista.
La razón por la que mantenemos organizado el hogar es para la gloria de Dios. La gloria de Dios es el centro de un libro práctico que Nancy escribió junto a otras sabias mujeres como Carolyn Mahaney, Susan Hunt, y Bunny Wilson.
Se titula “Atrévete a ser una mujer conforme al plan de Dios” . Este libro te ayudará a conocer lo que significa tener un hogar que trae gloria a Dios. Te introducirá a los conceptos de feminidad bíblica.
Mañana compartiremos sobre un aspecto del hogar que probablemente no escucharás en el programa de Martha Stewart. Se trata de la oración. Espero que nos sintonices de nuevo. Oremos ahora.
Nancy: Padre te doy gracias por Tu gracia. Si no fuera por Tu gracia no tendría esperanza. Pienso en esta mujer que pregunta si hay esperanza de cambiar y de ser diferente a los 31 años, esperanza para criar a sus hijos de manera diferente a como a ella la criaron”.
Gracias porque sí hay esperanza, una esperanza tan grande como lo eres Tú. Oro para que infundas esa esperanza y aliento en el corazón de alguna mujer que nos escucha, que esté desalentada, abrumada, frustrada. Oro que la levantes y la saques de donde está metida, se vuelva a Ti y se arrepienta de todo mal comportamiento.
Te pido la dirijas donde pueda encontrar ayuda, donde pueda encontrar una mentora—alguien que de manera práctica pueda ayudarla a organizar su día, su mundo, su ambiente de manera que te traiga gloria a Ti. En el nombre de Jesús, Amén.
Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
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