Annamarie Sauter: Toda mujer desea que su esposo sea respetado. Sin embargo, las mujeres no siempre se dan cuenta de cuánto pueden ellas contribuir al respeto que ellos reciben de los demás. Escuchemos a Nancy Leigh DeMoss.
Nancy Leigh DeMoss: La reputación que un hombre tiene en su lugar de trabajo comienza en el hogar. Puede ser un gran líder o un hombre muy capacitado, pero si no tiene una esposa e hijos que le respeten y que, ante todo, respeten y honren al Señor, en vez de aportarle a su reputación podrían derribarla.
Annamarie: Hoy en Aviva Nuestros Corazones continuamos con Nancy Leigh DeMoss, en la voz de Patricia de Saladín.
¿Alguna vez has pensado en que quizás las personas admiran a tu esposo debido a ti y tus acciones? ¿Has meditado en ello? Tú tienes una gran influencia en su reputación y su habilidad para lograr las cosas. Nancy explicará cómo puedes ser de ayuda y un complemento para tu esposo a medida que continúa con la serie de Proverbios 31 llamada La mujer contra-cultura.
Nancy: Esta semana estuve en un grupo pequeño de mujeres compartiendo varios temas. Una señora muy elocuente nos contó que hace algunos años, cuando ella tenía 33 años de edad, fue por primera vez a un estudio bíblico en una iglesia a la cual ella había sido invitada. Esta señora no era cristiana y nunca había estudiado la Biblia. ¿Podrías creer que estaban estudiando nada más y nada menos que Proverbios capítulo 31?
Esta recién llegada a las Escrituras nos dijo: “Abrí mi Biblia y leí Proverbios 31. No podía creer lo que había leído en ese pasaje. Especialmente cuando llegué al versículo 23 donde dice que "su marido es conocido en las puertas, cuando se sienta con los ancianos de la tierra".
Ella continuó diciéndome: “Me volví loca cuando leí este versículo pues acabábamos de leer todo lo que hacía esta mujer. Ella estaba trabajando arduamente, matándose, y ¿qué estaba haciendo su esposo?” Simplemente él estaba pasando el tiempo en las puertas," y dijo: “Esto fue suficiente para que yo dijera, No deseo leer este libro".
“Cerré la Biblia y no la volví a leer por muchos años”. Leer Proverbios 31 la desencantó tanto... Y en particular el versículo que estaremos estudiando hoy, el versículo 23”.
Cuando esta mujer relató su reacción inicial sobre Proverbios 31, me sonreí igual que todas las demás. Creo que la razón por la cual sonreímos es porque en algún momento todas nos hemos sentido incómodas al leer Proverbios 31. Una de las razones es que la esencia de su contenido está totalmente en contra de lo que hoy es políticamente correcto, de lo que nos hace sentir cómodas y lo que es natural para nosotras las mujeres.
Hoy estaremos estudiando este versículo, pero bajo una óptica diferente a la de esta mujer. Eventualmente ella pudo verlo bajo otra luz; afortunadamente, el Señor la trajo de nuevo a la iglesia y a la Palabra y ella llegó a conocer a Cristo. Ahora tiene una perspectiva diametralmente opuesta a la que tuvo cuando leyó Proverbios 31 por primera vez y se encuentra en el proceso de convertirse en esa mujer que describe este capítulo.
Después de haber visto todas las cualidades maravillosas de esta mujer, su diligencia, su capacidad en aéreas tan diversas, ella se siente orgullosa de ser la esposa de su marido. Hoy en día un versículo como el 23, que describe el rol de liderazgo de un esposo, podría ser considerado como un insulto para muchas mujeres.
En estos tiempos las mujeres están programadas para tener su propia posición y ser reconocidas por lo que hacen. Las mujeres no desean ser conocidas como la Sra. de Fulano de Tal, sino ser reconocidas por sus propios dones y sus contribuciones.
Pero la mujer excelente, la mujer virtuosa, la mujer de carácter noble sobre la cual estamos leyendo en Proverbios capítulo 31, reconoce que verdaderamente es un cumplido el ser conocida como la esposa de un hombre que ha ascendido a una posición de liderazgo espiritual. Él ha alcanzado esa posición porque es un hombre piadoso. Su esposo es honrado. Este versículo nos dice que es estimado y se sienta en las puertas de la ciudad con los ancianos.
Para nuestra cultura de hoy esto no significa gran cosa, pero en la cultura judía de aquellos tiempos, la puerta de la ciudad (colocada en la entrada de la ciudad) era un lugar donde se manejaban los asuntos judiciales y legales.
Es en ese lugar donde se llevaban a cabo las transacciones de negocios. Se sentaban en las puertas todos los líderes políticos y cívicos, así como los jueces y negociantes, y allí venían las personas con cualquier necesidad, aquellos que necesitaban que su caso fuese escuchado, aquellos que necesitaban ayuda con sus transacciones de negocios y se presentaban ante los ancianos. Ellos recibían el consejo y la sabiduría que eran necesarios para resolver sus asuntos.
Así que aparentemente el esposo de esta mujer es uno de los ancianos de la ciudad. Es una persona influyente, un líder con una posición de influencia, es un juez. El carácter noble de esta mujer le añade al respeto y a la estima que los demás tienen por su esposo.
Este hombre es estimado porque tiene una vida familiar exitosa. Es estimado porque tiene una esposa digna de alabanza y porque sus hijos siguen su ejemplo y al igual que ella están siguiendo a Dios. Él es respetado, y ella ha contribuido a ello.
Verás, la reputación de un hombre en su lugar de trabajo comienza en la casa. Tu carácter le añade o le quita valor a la reputación de tu marido y lo que los demás piensan de él. Esta mujer es un apoyo para su esposo. Ella realza su reputación y su posición.
Puedes aumentar la reputación de tu esposo en la iglesia, en su lugar de trabajo y en la sociedad o la puedes derribar. Como ya hemos visto en este pasaje, ella es muy competente. Es una mujer de gran capacidad que trabaja arduamente. Son muchas las cualidades por las cuales pudiéramos alabar a esta mujer, pero una de las cosas que sobresale es su espíritu humilde.
En ocasiones está dispuesta a permanecer tras bastidores para dejar que su esposo sea el que es apreciado en la comunidad. Nos encontramos con una mujer que no aspira a tener un reconocimiento para ella misma. Ella tiene su contentamiento al servir en el hogar y que sea su esposo el que es reconocido públicamente.
Déjame decirte que no tan solo puedes realzar la reputación de tu esposo, sino que según el Nuevo Testamento puedes descalificarlo e impedir que tenga una posición de liderazgo en la iglesia. ¿Sabías esto? 1 Timoteo 3 nos habla de los requisitos que deben tener los hombres para servir como ancianos, diáconos o en el liderazgo de la iglesia local. (ver los versos 8-10).
Esta descripción continúa con los requisitos que deben tener sus esposas. Sus esposas deben tener reverencia. Sus esposas deben temer al Señor. No deben ser calumniadoras ni chismear con malicia. Deben tener su lengua bajo control (versos 11-12). ¿Te das cuenta de que si careces de esas aptitudes de estas características de una mujer virtuosa, en realidad puedes inhabilitar a tu esposo de tener una posición de liderazgo y autoridad espiritual en la iglesia?
Este concepto: una mujer que apoya a su marido para que él sea el que está expuesto en la comunidad y el que tiene la posición de liderazgo e influencia en la sociedad, es un concepto muy ajeno a la cultura de hoy día. Nos encontramos con una mujer que es un ejemplo de lo que es respaldar a su esposo.
Él está trabajando para proveer los recursos y ella los administra para cuidar de él y de sus hijos.
Proverbios capítulo 12 nos dice que una mujer virtuosa es una corona para su marido, tal y como lo es esta mujer (versículo 4). Ella es una corona para su esposo ya que cuando él está en las puertas de la ciudad, mientras trabaja, mientras está tratando con las personas, estas personas comentan: “ Él es un buen hombre. Tiene una gran esposa”. Ella es una corona para su marido. Ella lo respeta y lo apoya. No anda por ahí promoviéndose a sí misma, sino que se comporta de manera que honra el liderazgo de su esposo.
Recuerdo haber escuchado a una mujer decir: “Cuando lleguemos al cielo si escucho al Señor decirle a mi esposo, "Bien hecho siervo bueno y fiel," entonces sabré que he sido exitosa, porque habré cumplido con mi rol de ser ayuda para mi marido.”’ ¡Me encanta esa manera de pensar!
Sí, Dios puede decirle a mi esposo: “Has hecho un buen trabajo”. Como mujeres deseamos que Dios pueda decirnos lo mismo a nosotras también y podemos recibirlo del Señor si caminamos con Él. Pero ella dijo: “Mi meta es escuchar a Dios decirle esto a mi esposo pues entonces sabré que he sido la ayuda idónea que Dios quería que yo fuera”.
Nos encontramos con una mujer que en el hogar crea un ambiente que anima a su esposo a crecer, lo que posibilita que él tenga éxito en su trabajo pues no tiene que preocuparse de lo que está sucediendo en el hogar. ¿Recuerdan lo que leímos al principio en Proverbios 31? “En ella confía el corazón de su marido” (versículo 11). Al sentirse seguro de que las cosas andan bien en su casa, él puede ser exitoso en su lugar de trabajo.
Creo que esta mujer está ejerciendo su rol de elogiar y animar a su esposo para apoyarlo en el cumplimiento de su llamado y de sus sueños. Mi madre fue un ejemplo increíble de esto, de lo que significaba ser una mujer virtuosa o noble. Trabajaba junto a mi padre creyendo en sus sueños. Él tenía el sueño de empezar un nuevo negocio de seguros a final de la década de los años 50.
Él era un soñador y nadie lo había hecho de esa manera antes. Algunas personas podrían haberse reído de sus sueños que eran insólitos. Pero ella creyó en estos sueños, se remangó las mangas, trabajó junto a él y lo ayudó.
Empezaron este pequeño negocio en la mesa de la cocina de su apartamento en New Jersey. Ella oraba por él, lo apoyaba y lo animaba en vez de minimizarlo, ignorarlo o decirle: “Mira, yo tengo mis propios sueños, yo tengo mi propia vida que vivir. Deseo llevar a cabo mis planes.” Otra cosa que hacia mi madre es que le daba espacio para fallar y cometer algunos errores en el camino.
Ella permitía que Dios trabajara en su vida y que le hiciera crecer y madurar en esas áreas que necesitaba crecimiento. Mientras tanto ella oraba por él y lo apoyaba en el hogar. Y quizás algunas de ustedes estarán pensando: “Para ella es fácil ser una mujer virtuosa porque su esposo es un líder, es un hombre piadoso. Pero mi esposo no está sentado a las puertas, no es un hombre de influencia”.
No hagas que tu esposo sea prisionero de tus expectativas, tan solo proponte ser el tipo de mujer que anima a su esposo a convertirse en aquello que Dios tiene para él. Recientemente tuve una conversación con una mujer que tiene varios hijos. Su esposo es un hombre muy ocupado. Está involucrado en el liderazgo de la iglesia, está involucrado en el liderazgo de la comunidad, está involucrado en el liderazgo de su negocio y ahora mismo sus vidas están muy pero muy ocupadas, extremadamente ocupadas. Esta es una mujer que disfruta ser esposa, disfruta ser madre y ama a su familia, pero me confesó: “he estado luchando un poco con mi rol en todo esto”.
Esta señora tiene un título universitario y en el pasado ella misma había estado involucrada en el mundo de los negocios, utilizado sus propias estrategias. No obstante, se encuentra en una etapa de su vida en que siente una lucha porque está atada a su esposo, a sus hijos, a su hogar y tiene su carrera. No está resentida por ello, pero ha tenido sentimientos encontrados con respecto a la situación.
Está consciente de que por sí misma es una mujer competente, pero gran parte de lo que ahora está haciendo es apoyándolo a él, ejerciendo un rol de ayuda. No es que no ame a su esposo y no es que no quiera a sus hijos, pero esta pequeña lucha ha estado rondando su mente y a través de de Aviva Nuestros Corazones, el Señor la ha estado animando haciéndole ver que ese es su llamado más grande y santo.
Esto no es tan solo algo que ella tiene que hacer, con lo cual se siente atrapada, sino que realmente es un privilegio el hecho de que pueda canalizar sus dones y habilidades en ser de ayuda y de apoyo para su esposo y para sus hijos.
En ocasiones anteriores ustedes me han escuchado decir que me fascina leer biografías, particularmente acerca de mujeres de Dios, pues nos ofrecen un retrato de este tipo de mujer. Sarah Edwards es una de las mujeres prominentes de la historia cristiana. Como muchas de ustedes ya saben, ella era la esposa de Jonathan Edwards, uno de los teólogos más brillantes que ha pasado por esta nación. Este pastor, fue usado de manera significativa por Dios como instrumento en el primer gran avivamiento en los 1700.
Este hombre fue exitoso en el llamado de Dios, en gran medida por el tipo de esposa que tuvo en Sarah Edwards. Sarah y Jonathan Edwards procrearon 11 hijos. Se casó a los 18 años y durante 31 años ella y Jonathan tuvieron un matrimonio exitoso.
Uno de los contemporáneos de Jonathan y Sarah Edwards escribió el prefacio de unas historias de la obra de Jonathan Edwards, donde da una descripción amplia de cómo era Sarah, la esposa de Jonathan. Creo que es el retrato perfecto del tipo de mujer que apoya a su esposo a través de su rol en el hogar. Él dice: “En medio de estas complicadas labores (refiriéndose al tiempo de avivamiento durante el cual Jonathan Edwards estaba muy ocupado), así como en todo tiempo, encontró en casa a alguien que en todo sentido era una ayuda idónea para él. Una que hizo de su hogar una morada de orden y pulcritud, de paz y consuelo, de armonía y amor a todos aquellos que vivían allí, así como de bondad y hospitalidad a los amigos, visitantes y extraños. A la vez que honraba y respetaba a su esposo, no escatimaba el conformarse a sus inclinaciones.
Esto puede sonar anticuado, pero cuando lo leí, pensé en mi madre que de tantas maneras se conformaba a las inclinaciones de mi padre. Esto fue lo que hizo Sarah Edwards.
Ella hacía que todo en la familia fuera grato y agradable, considerándolo su mayor gloria y el lugar en el cual podría servir a Dios al promover la felicidad y la utilidad de su marido.
¿Se dieron cuenta? Ella consideró que la mejor manera de darle la gloria a Dios y cumplir el propósito de Dios en su vida, en su generación, era promoviendo la utilidad y la felicidad de su esposo. Ella sabía que sería la esposa adecuada para él si fomentaba en su hogar un ambiente que animaba a su esposo a madurar espiritualmente, a dar fruto y ser usado por Dios.
Quizás tu esposo no es un Jonathan Edwards y de hecho, permítanme decirles que pocos hombres lo son. No tienes que vivir con Jonathan Edwards. Lo respetamos por su posición ventajosa en la historia. Eso es fácil ver a otro hombre, quizás tu pastor, un consejero, un gran líder cristiano y pensar: “Sí, yo podría ser una mujer piadosa si estuviera casada con ese hombre”.
Pero no estás casada con este hombre y solo la esposa de ese hombre sabe lo que es estar casada con él. Tú lo ves cuando está en la plataforma, en frente de todos los demás y en su nivel espiritual más alto. Pero ella convive con él y sabe que al igual que cualquier otro hombre, tiene sus fallas, sus faltas, sus debilidades y ella debe acomodarse a ellas. Tiene que vivir con ellas así como tú tienes que acomodarte a vivir con las debilidades de tu esposo.
En ese sentido, no vayan a caer en el error de pensar que la vida de los demás es mejor que la de ustedes. Dios te ha dado exactamente el esposo que Él sabe que necesitas y quiere que tú ayudes. Dios te ha moldeado para ser la ayuda idónea para ese hombre— no para el esposo de otra— sino para tu esposo. Quizás ni siquiera te has casado y estas pensando: “¿Y que tiene que ver todo esto conmigo?”
Quizás estas pensado: “ ¡Uf! ¡Me salve de esta! ¡Proverbios 31, es para mujeres casadas!” Pues yo no soy una mujer casada y déjenme decirles que Proverbios 31 me ha calado hasta lo más profundo de mi corazón. A medida que he ido estudiando este pasaje, a medida que he conversado acerca de la esposa de este hombre, he visto algo que me ha ayudado en mi andar con Dios.
Recuerden que nuestro rol como mujeres en el cuerpo de Cristo es reflejarle al mundo la relación que hay entre Cristo y la Iglesia, Su novia. Nosotras como mujeres hemos sido creadas para reflejar la manera en que la iglesia debe relacionarse con el Señor Jesús, nuestro Esposo Celestial, nuestro Novio Celestial. Esto es cierto de cada creyente, estamos llamadas a reflejar al mundo la forma en que la iglesia debe relacionarse a Cristo.
Así como el objetivo de esta mujer virtuosa es levantar y enriquecer la reputación de su esposo— su posición en la comunidad —nuestra meta como mujeres, nuestro fin como creyentes, es realzar la reputación de Cristo. Debemos vivir de tal manera que las personas digan: “Ella es el tipo de mujer que hace que yo quiera conocer su Esposo Celestial, hace que yo desee conocer a Cristo”.
Nuestro objetivo no es llamar la atención hacia nosotras mismas, construir nuestra reputación, tener nuestra propia carrera y exaltar nuestras propias habilidades y talentos. Nuestra meta en la vida es ser un apoyo para Cristo; levantarle a Él de manera que los demás le conozcan y piensen que Él es maravilloso. “Su marido es conocido en las puertas” (Proverbios 31:23a).
Me encanta cuando después de una conferencia recibo una nota o alguien se acerca y de alguna manera me expresa: “Hoy a quien vi fue a Jesús. Lo que usted hablaba, su enseñanza, su libro, hizo que me enamorara mucho más de Jesús.” De hecho, por lo menos en una o más ocasiones en mi vida, he recibido una nota de una mujer que decía: “No me recordaba de su nombre o no me recordaba de su rostro, pero recuerdo que vi la gloria de Dios.” ¡Y eso me fascina!
Cuando me vaya de este mundo, no deseo que las personas me recuerden por lo que les dije o por lo que hice por ellas o por la contribución que hice en sus vidas. Quiero que recuerden a Jesús. Deseo que mi vida realce su reputación, su posición aquí en la tierra.
Para aquellas de ustedes que están casadas, quiero decirles que al realzar y edificar la reputación de sus esposos le ofrecen al mundo, como pareja una imagen de la relación que la iglesia tiene con Cristo. El matrimonio no se trata tan solo de ti y de tu esposo. Abarca eso pero abarca mucho más que eso.
Se trata del plan redentor de Dios y de revelar al mundo en que consiste el estar casados con Jesús, en qué consiste ser la esposa que reverencia, se somete, honra, edifica y anima a su esposo. En eso consiste nuestro llamado. Así que cuando te relacionas con ese marido que esta a las puertas, o por llegar a ellas, recuerda que estas pintando un retrato para aquellos que están a tu alrededor mirando y el retrato que quieres pintar es uno que señale a Cristo.
Annamarie: Esta es Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín, y si no recuerdas su nombre, no importa. Como acabamos de escuchar, ella tan solo desea que pienses en Jesús y le recuerdes.
Cuando una mujer vive con un propósito mayor que el de hacerse de un nombre, puede tener una gran influencia. Bárbara Hughes aprendió esta verdad de una manera poderosa al observar a sus propios padres.
El padre de Bárbara era conocido por ser un hombre que trabajaba arduamente. Su esposa le apoyaba mientras él trabajaba largas horas en un almacén de madera. Cuando tuvo un accidente que le dejo inhabilitado para proveer a su familia como antes, abandonó a su familia y empezó a beber mucho. Durante todo este tiempo, la madre de Bárbara continuó respetando a su esposo y se negó a hablar mal de él. Esta decisión le trajo la gloria a Dios y afectó profundamente a todos aquellos que estaban involucrados con la familia.
Pueden leer el resto de la historia de Bárbara Hughes en un libro titulado “Atrévete a ser una mujer conforme al plan de Dios” . Otras colaboradoras de este libro son Dorothy Patterson, Bunny Wilson, and Nancy Leigh DeMoss. Este le daría continuidad al material que han escuchado hoy. Cuando visites AvivaNuestrosCorazones.com te diremos cómo obtenerlo.
La mujer que describe Proverbios 31, aquella que trabaja para que su esposo se vea bien, no es una mujer débil. Mañana echaremos un vistazo a su increíble fortaleza pero primero necesitamos la ayuda de Dios para obrar conforme a lo que hemos escuchado hoy. Así que oremos con Nancy.
Nancy: Qué privilegio y qué increíble responsabilidad es que nuestras vidas dirijan a las personas hacia Cristo. Conviértenos en mujeres que son de ayuda, en mujeres que animan y que nuestras vidas no tan solo realcen la vida de los hombres a nuestro alrededor sino que sobre todo, nuestras vidas realcen la reputación del Señor Jesús; porque a Él pertenecemos, a Él amamos y para Su gloria vivimos. Oramos en el nombre de Jesús, amen.
Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
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