Acercándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.
Marcos 12:28-31
OYE. Verbo presente imperativo. Es una acción continua que implica un mandamiento no una sugerencia. Este verbo muestra la intención de escuchar con atención para obedecer a Dios.
Dios se revela a través de la Biblia, y el genuino creyente debe atender esta Santa Palabra con el único propósito de obedecer al Creador.
Nadie puede amar a Dios sin creer en El y sin creerle a Él.
Es la prioridad mayor para el creyente. Dios capacita al genuino creyente para amarlo, porque Dios ha derramado su perfecto amor en el imperfecto corazón del hombre regenerado y por ello este es capaz de amar a Dios como lo ordena el Creador.
Es decir con el Corazón, alma, mente, y fuerza deben cooperar en amar a Dios.
El amor al prójimo, que lleva la imagen de Dios, brota del amor a Dios (1 Jn. 4:20, 21). A la inversa, el amor que irradia del corazón de Dios hacia sus hijos, les ayuda a amar a su prójimo.
Marcos 12:28-31
¿Cuántas veces pensamos que somos cristianos por asistir a la iglesia, leer la Biblia, cantar alabanzas, recitar versículos, tomar todos los cursos que se presentan en la congregación, hablar con un lenguaje “bíblico” o tener conocimiento de las Escrituras porque tenemos muchos años haciendo todo esto?. Todo esto, ¿verdaderamente nos convierte en cristianos?
En este pasaje, observamos que un “escriba”, que era una persona que tenía un gran conocimiento de la Ley mosaica dada por Dios a su pueblo, cuestionó a Cristo, respecto del primer mandamiento. De la respuesta dada por el Salvador, encontramos:
TRES EVIDENCIAS DE SER UN GENUINO CRISTIANO
I.- ESCUCHA A DIOS
OYE. Verbo presente imperativo. Es una acción continua que implica un mandamiento no una sugerencia. Este verbo muestra la intención de escuchar con atención para obedecer a Dios.
Dios se revela a través de la Biblia, y el genuino creyente debe atender esta Santa Palabra con el único propósito de obedecer al Creador.
II.- AMA A DIOS.
Nadie puede amar a Dios sin creer en El y sin creerle a Él.
Es la prioridad mayor para el creyente. Dios capacita al genuino creyente para amarlo, porque Dios ha derramado su perfecto amor en el imperfecto corazón del hombre regenerado y por ello este es capaz de amar a Dios como lo ordena el Creador.
Es decir con el Corazón, alma, mente, y fuerza deben cooperar en amar a Dios.
El corazón representa el centro mismo de la existencia del hombre, la fuente principal de sus pensamientos, palabras, y hechos (Pr. 4:23).
El alma, significa aquí el asiento de la actividad emocional del hombre;
La mente no sólo es el asiento y centro de la vida puramente intelectual, sino también de las decisiones y las actitudes.
No se pretende hacer diferencia. Lo que todos estos conceptos significan es que el hombre debe amar a Dios con todas las “facultades” con que Dios le ha dotado.
Además, el hombre debe usar todos estos poderes al máximo. Nótese la cuádruple repetición “todo … todo … todo … todo”.
El punto principal es que el sincero amor de Dios no se debe corresponder a medias.
III.- AMA AL PRÓJIMO.
El amor al prójimo, que lleva la imagen de Dios, brota del amor a Dios (1 Jn. 4:20, 21). A la inversa, el amor que irradia del corazón de Dios hacia sus hijos, les ayuda a amar a su prójimo.
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. El hombre ha sido creado con amor para sí mismo. Ese amor a sí mismo debe ser la medida con la cual decide cómo debe amar a su prójimo.
Jesús lleva su respuesta hasta el clímax con la declaración, “No hay otro mandamiento más grande que éstos”.
¿Sí no somos capaces de cumplir con estos dos mandamientos, como podremos cumplir con los demás?
Así, debemos entender que solo podremos mostrar ser genuinas creyentes, cuando escuchemos a Dios cada día estudiando e interpretando correctamente su Palabra, cuando, mostremos que el amor que decimos tener por Dios, se hace evidente en nuestro estilo de vida, no permitiendo que ninguna persona o actividad ocupen su lugar en nuestro corazón, y amemos a nuestro prójimo como es y no como nosotros queremos que sea, pues Cristo nos ama de esa forma.
Rosy Romo
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