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El fruto de sus manos

Annamarie Sauter: Lo que decidimos hoy puede afectar de muchas formas la forma en que viviremos en el futuro. Aquí tenemos a Nancy Leigh DeMoss.
Nancy Leigh DeMoss: En muchos momentos de la vida, nos aferramos a ella: mis derechos, mi tiempo, mi privacidad, mi paz mental, mi espacio. Si hoy vivimos vidas egoístas, cosecharemos el fruto de nuestras manos.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín.
Durante las últimas semanas, Nancy nos ha enseñado sobre la mujer de Proverbios 31. Esta mujer es ahorrativa, inteligente, una mujer de negocios sabia que trabaja en su casa y concentra su energía en la familia. Aquí tenemos a Nancy con la serie titulada La m ujer c ontra-cultura .
Nancy: ¿No te alegra que Dios nos haya dado un patrón a seguir en las Escrituras? Algunas de ustedes cosen y sé que hay gente que puede coser sin utilizar un patrón. Pero a nosotras, las que no tenemos ese tipo de habilidad o de experiencia, nos ayuda mucho tener un patrón, algo que podamos ver, trazar, seguir y que nos permita medir nuestro progreso.
En Proverbios 31 tenemos el patrón que Dios diseñó para la mujer en su creación. Durante esta serie, hemos dicho una y otra vez que no son todas las habilidades domésticas y las cosas que esta mujer puede hacer las que la hacen una gran mujer. Es su amor a Dios y hacia los demás. En realidad, es un retrato del Señor Jesús y en última instancia todas estamos llamados a ser como Él.
Ahora, quiero decirte esto: Si tú eres hija de Dios, hacia allí es hacia donde te diriges. Lo que hemos estudiado, la mujer que hemos visto, la mujer que teme a Dios y cómo esa relación con Dios se despliega en la práctica, en su vida diaria, ahí es donde queremos llegar. Dios nos moldea. Y si tú eres hija de Dios, él se comprometió a llevarte por este proceso y no dejará de hacerlo hasta que termine Su obra. Ya sea en mi vida o en la tuya, Él se comprometió a conformarnos a la imagen de su Hijo Jesucristo.
Podemos cooperar con Él en ese proceso o podemos hacer lo que muchas veces hacemos, resistirnos, patalear y rechistar en el camino. Pero si le perteneces a Cristo, es allí hacia donde te diriges. Sería mucho mejor cooperar con el Señor, permitirle que haga las cosas a Su manera, que nos moldee conforme a Su voluntad, a Su patrón y a Sus propósitos.
Ahora bien, quisiera hacer un pequeño paréntesis en esta sesión antes de llegar al último versículo para hablar de cómo responder a un pasaje como Proverbios 31. Lo que voy a decir en realidad se aplica a cualquier pasaje confrontador que leas en la Palabra de Dios. En cualquier pasaje que da convicción de pecado. Que establece un estándar que está muy por encima de lo que podemos hacer naturalmente.
Esta mañana cuando abrí la Palabra de Dios, Dios habló a mi corazón sobre un asunto en particular. Sentí convicción de que mi vida no llenaba los estándares de lo que yo estaba leyendo. Cuando Dios nos da convicción de pecado, podemos responder de diferentes maneras. Las voy a clasificar en tres categorías y luego las voy a relacionar con el pasaje de Proverbios 31. Quizás tú las puedas aplicar a otras áreas en las que Dios te ha hablado a ti.
La primera respuesta a un pasaje de las Escrituras que nos reta es a rechazarlo. Muchas veces es así cuando se trata de pasajes como Proverbios 31. Esta mujer virtuosa tiene todas las cualidades de la santidad y es un retrato increíble de lo que significa ser una mujer de Dios. Muy a menudo, lo primero que hacemos al ver ese retrato es rechazarlo.
Lo que el mundo dice es: «No me gusta». Muchos supuestos creyentes, creyentes profesantes que asisten a la iglesia hoy, ven el retrato que Dios pinta de lo que es una mujer a través de todas las Escrituras, como lo hace en Proverbios 31 y dicen «Eso está pasado de moda». Nuestra cultura nos ha programado (si tienes menos de 50 años de seguro que te han programado durante toda la vida). El aire que respiramos nos lleva a rechazar ese retrato.
El retrato de Proverbios 31 de lo que significa ser una mujer de Dios, una mujer piadosa contradice los conceptos modernos. Va en contra de la corriente de toda nuestra cultura, en contra de la dirección en la que va nuestra sociedad, incluyendo, aunque no me guste decirlo, la dirección de muchos en la iglesia hoy.
Yo estoy asumiendo que si escuchas esta serie sobre Proverbios 31 es porque no estás dispuesta a rechazar este retrato. Si lo has rechazado, quiero que sepas que se trata de una batalla perdida. Si tú eres hija de Dios, al final este es el plan que Dios tiene para tu vida.
Pero también podemos caer en una segunda trampa. No rechazamos el retrato de plano. Lo que hacemos es decir: «Voy a ser como esa mujer aunque me cueste la vida». Comenzamos a hacer, a luchar y a tratar de alcanzarlo mientras nos decimos a nosotras mismas: «Quiero ser una buena cristiana. Quiero ser una mujer piadosa.»
Una mujer me dijo anoche que se convirtió al Cristianismo cuando era una joven esposa y estaba decidida a ser la esposa modelo. Se iba a someter a su marido, iba a ser humilde y a tener un espíritu apacible. Me dijo, «me fui a casa y traté y traté». Pero dos semanas después, podíamos verle en la cara que estaba agotada. Y ella me dijo: «Me di cuenta de que no podía hacerlo.»
Permíteme decirte que en el momento en que te das cuenta de que no puedes hacer por ti misma lo que Dios te ha llamado a hacer, acabas de hacer uno de los más grandes descubrimientos de tu vida. Allí es donde comienza la victoria.
Pero luchamos y batallamos por hacerlo, y para eso es que vamos al monte Sinaí. ¿Recuerdas lo que sucedió en el Monte Sinaí en el libro de Éxodo? Allí fue donde Dios dio la Ley. Dijo que no la íbamos a poder cumplir. Pero el pueblo dijo «No, la cumpliremos» (ver Éxodo 24:3). ¿Sabes de qué se trata el resto del Antiguo Testamento? De probar que ellos no podían cumplir la ley, que Dios tenía razón.
Dios nos dio la ley sabiendo que no la podríamos cumplir, pero nos la dio para demostrarnos que no la podíamos cumplir, que no podíamos llenar los estándares de Dios. El propósito de la Ley es que nos veamos a nosotras mismas fracasadas. La palabra chapada a la antigua que se usa para describir esto es pecadores… Para apuntarnos a Cristo, quien es el único que puede cumplir la ley. Cristo es la única persona que haya vivido que pudo cumplir la justicia de la ley de Dios. El propósito de la Ley es llevarnos a Cristo, ayudarnos a ver nuestra condición de impotencia.
El propósito de Proverbios 31 no es que nos vayamos de aquí y digamos: «Voy a ser esa mujer piadosa. Sé que puedo hacerlo. Sé que puedo hacerlo». Y por supuesto, ya para las diez de la mañana, fracasamos. El propósito de este retrato es, en parte, ayudarnos a ver que no podemos cumplirlo, que no podemos llenar esos estándares.
Es un día glorioso cuando venimos delante de la presencia del Señor y decimos «Señor, no puedo ser la mujer que me pides que sea. No Puedo». Pablo dijo en el Nuevo Testamento, en el libro de Romanos, «Porque yo sé que en mí, es decir, en mi carne, no habita nada bueno.» (Romanos 7:18). No puedo ser esa persona en mis propias fuerzas.
Así que puedes rechazar el retrato, o puedes luchar para lograrlo en tus propias fuerzas. Puedes ir al Monte Sinaí y vivir allí y crujir los dientes, apretarte los cinturones y decir: «Voy a ser esa mujer». Te sentirás exhausta del esfuerzo y cansarás a los demás también. Serás una cristiana tensa y nerviosa.
Pero aquí tenemos la tercera alternativa: No el Monte Sinaí, sino el Monte Calvario. Ve al lugar donde recibes la gracia de Dios. Ve al Calvario y di: «Señor, no puedo ser esa mujer, pero sé que tú vives en mi. No soy yo quien vive en mí, sino que Cristo vive en mí. La vida que ahora vivo [Gálatas 2:20], no la vivo sola, sino por el poder de Cristo que vive en mí. Así que Señor, sé tú en mí lo que yo nunca podría ser si me apartara de ti».
Es una vida de fe; es una vida de dependencia, no de luchar y luchar, sino de decir: “No puedo hacer esto; pero Jesús, se tú en mí. No puedo amar a mi esposo. No puedo amar a estos niños. No puedo tener un espíritu industrioso, trabajador, diligente. Me voy a desgastar de tanto esfuerzo. No puedo hablar palabras bondadosas y sabias todo el tiempo. La lengua se escapa de mi control. Si me dejas, Señor, va a ser muy desagradable vivir conmigo. Pero Señor, yo sé que Tú vives en mí y que puedes hacer esta obra en mí y a través de mí. Y por fe, quiero que Tú vivas esa vida en mí. Lléname de tu Espíritu Santo y se en mí y a través de mí lo que yo nunca podría ser”.
Eso es lo que significa creer y recibir y vivir el Evangelio. El Evangelio no es algo que necesitaste solo hace 23 años cuando te convertiste. Es algo que necesitas hoy para vivir como una mujer de Dios. Es la suficiencia del sacrificio de Cristo en la cruz por mí. Significa que la obra está terminada. Que no tengo que luchar. No tengo que batallar. Porque el precio ha sido pagado por mi pecado. Ahora vive en mí para cumplir la justicia de Su ley.
Así que este pasaje es un llamado, como lo es toda la Palabra de Dios, a caminar en dependencia del poder del Espíritu Santo. Y quizás dirás, “¿Significa eso que no voy a volver a caer en lo mismo?” No, porque tendemos o a volver al Monte Sinaí para tratar de lograrlo en nuestras propias fuerzas o tendemos a rechazar el retrato.
Pero cuando te des cuenta de que estás rechazando el retrato que nos pinta la ley de Dios o que has vuelto a caer en el ciclo de luchar y luchar para lograrlo, detente, para. Ve tranquila ante el Señor y dile: “Señor, lo siento mucho. Me arrepiento de tratar de lograr esto por mí misma”. Es igual de pecaminoso tratar de lograrlo por ti misma que rechazar el retrato, porque de cualquier manera, estás tratando de lograrlo separada de Cristo. Lo que no proviene de fe es pecado.
Annamarie: Nancy Leigh DeMoss volverá en unos momentos para impartirnos la segunda mitad del estudio de hoy. Es parte de un estudio profundo de Proverbios 31. Quizás te gustó lo que acabas de oír y te sientes decepcionada al descubrir que este estudio versículo, ya se encuentra en el último versículo y que te perdiste gran parte de esta enseñanza tan práctica.
Bueno, no te preocupes. Puedes escuchar los audios de esta serie completa al visitarAvivaNuestrosCorazones.com.
Volvamos con Nancy para oír el tan esperado versículo final de Proverbios 31.
Nancy: Hemos visto que en el último párrafo de Proverbios 31 está la idea de que recibiremos una recompensa. “Sus hijos se levantan y la llaman bienaventurada”. Las vidas de sus hijos reflejan que ella ha invertido su corazón en ellos y en su hogar. Su esposo la alaba. Dice: “Muchas mujeres han obrado con nobleza, pero tú las superas a todas” (versículo 29).
Dijimos que al final, quizás tu recompensa no venga de ningún hombre ni de tus hijos. Pero más allá, el Señor te dirá “bien, sierva buena y fiel”. En eso es que nos concentraremos en este último versículo.
Comencemos en el versículo 30 de Proverbios 31: “Engañosa es la gracia y vana la belleza”, es decir la belleza externa, la belleza física, “pero la mujer que teme al Señor, ésa será alabada”. Hay una recompensa. El resultado de esta forma de vida hace que valga la pena todo lo que tengas que sufrir aquí. “Esa será alabada”. Versículo 31: “Dadle el fruto de sus manos, y que sus obras la alaben en las puertas” (Proverbios 31:30–31).
Ahora, aquí tenemos un pasaje, Proverbios capítulo 31, que al principio nos permite ver las cosas que esta mujer hace, todas las habilidades que tiene, todas las maneras en que demuestra su compromiso con su familia. Podemos sentirnos agobiadas por todo lo que hay que hacer para ser una mujer de Dios. Vimos algunas de esas características durante las últimas semanas de esta serie.
Vimos que es digna de confianza, leal, confiable, diligente, trabajadora, industriosa. Ella no es ociosa, no pierde tiempo, es una mujer que trabaja con entusiasmo. Vimos que trabaja con sus manos voluntariamente y con entusiasmo. Trabaja por largas horas. Se levanta temprano, tiene un espíritu de servicio, es una mujer práctica. Llena las necesidades prácticas y físicas de su familia, de ropa, de comida.
Se encarga de los asuntos diarios, es ahorrativa; sabe administrar el dinero y los recursos que su esposo le provee a través de su trabajo; sabe lo que es la calidad; reconoce cuando algo es una ganga (Y algunas de ustedes dirán: «Bueno, si ese es uno de los requisitos, ¡definitivamente yo soy una mujer virtuosa!».)
Es una mujer compasiva, generosa, tiene un corazón dispuesto a ayudar al pobre y al necesitado, actúa con misericordia, extiende su mano a los pobres. Es una mujer que piensa y planifica, anticipa las necesidades de su familia. Está preparada para llenar sus necesidades futuras.
Su carácter, según vimos en la segunda mitad de este capítulo, aumenta la buena reputación de su esposo fuera del hogar: los demás piensan mejor de él porque tiene una buena esposa en casa. Ella es habilidosa y ha desarrollado esas habilidades. No nació sabiendo cómo hacer todas esas cosas. Ha desarrollado las destrezas que necesita para servir a su familia con eficacia.
Hemos visto su corazón, que siente reverencia por el Señor, que teme al Señor, que tiene una mentalidad espiritual. Hemos visto sus prioridades: que da prioridad a las necesidades y a los deseos de su familia y de las personas que la rodean. Pone las necesidades de los demás por encima de las suyas. Hemos visto cómo habla, su lengua, sus palabras, que dice palabras llenas de bondad y sabiduría, que está al tanto de las necesidades de su familia y de las condiciones de su hogar. Ella vigila cómo marcha su casa.
Es toda una lista y puede ser un poco abrumadora, ¿no es así? Pero lo que ves es la obra de sus manos. Es una inversión que hace durante toda una vida y ahora las Escrituras dicen: “Dadle el fruto de sus manos, y que sus obras la alaben en las puertas”.
¿Cuáles son sus propias obras? ¿Qué ha hecho con sus manos? Es la lista que acabamos de leer. Son las cosas que hemos estado viendo en este pasaje. Y puedes leer todas esas cosas y decir: Pero «Parece un estilo de vida muy sacrificado. Esta mujer no tenía vida propia». ¿Sabes lo que dijo Jesús? «El que ama su vida, la perderá». Esta es una mujer que entiende la paradoja de los caminos de Cristo. Si entregas tu vida, te la devolverán. Tienes que estar dispuesta a renunciar a ella para tenerla verdaderamente (ver Juan 12:25).
Hoy día, muchas mujeres, y muchas veces en nuestras vidas, nos aferramos a nuestros derechos: mi tiempo, mi privacidad, mi paz mental, mi espacio. Nos autoprotegemos, buscamos lo propio y entonces, ¿qué sucede? Nos quedamos solas y nos sentimos miserables. Relaciones rotas, hogares rotos, nadie que nos cuide en la vejez, vemos que eso sucede mucho con las personas mayores hoy.
Si vivimos hoy vidas egoístas, cosecharemos el fruto de nuestras manos. A largo plazo, tendremos que vivir con nuestras propias obras. Esta mujer no es egoísta, Es bondadosa, abnegada, servicial, sacrificial, pero cuando lees este pasaje, no hay ni una sola señal de que esta mujer se sienta miserable. ¡Solo mírala! Tiene ropa buena; come bien. Tiene un esposo que está loco por ella. Él se jacta de ella con sus amigos. Tiene hijos que se levantan y la llaman bienaventurada. ¿Quién puede pedir más? Pero ella renunció a su vida y será alabada.
Permíteme decir, por cierto, que cosechamos lo que sembramos. Esta mujer cosechó lo que había sembrado durante toda una vida de temer al Señor y vivir conforme a dicho temor. Pero el principio del libro de Proverbios nos habla sobre otro tipo de semilla que podemos sembrar. En Proverbios capítulo uno, leemos, comenzando en el versículo 29, “porque odiaron el conocimiento, y no escogieron el temor del SEÑOR”. Proverbios 31 dice que esta mujer escogió el temor del Señor.
Pero Proverbios capítulo uno dice que algunas personas no eligen el temor del Señor. “Ni quieren aceptar su consejo, y desprecian toda su reprensión”. Aquí habla la Sabiduría y el Señor habla, y Él dice que aquellos que no aceptan su consejo, que no aceptan su instrucción, ni escogen el temor del Señor, versículo 31, “comerán del fruto de su conducta, y de sus propias artimañas se hartarán” (Proverbios 1:29-31).
Permítanme decirles que de una forma u otra, comeremos el fruto de nuestra conducta o de lo que hagamos con nuestras manos. La persona simple, Proverbios capítulo uno, no presta atención al consejo de Dios, no acepta el retrato que Dios nos ha dado de lo que significa ser una mujer piadosa, rechaza el temor del Señor y comerá el fruto de sus propias manos, el fruto de sus obras.
Nuestras familias están cayéndose a pedazos, nuestras finanzas están cayéndose a pedazos, nuestra salud está cayéndose a pedazos y en muchos casos, es porque hemos rechazado el consejo de Dios en nuestras vidas. Cosechamos el fruto de nuestras propias manos.
Pero al final de Proverbios, tenemos el retrato de una mujer sabia. Ella escoge el temor del Señor. Acepta los caminos de Dios. Acepta el consejo de Dios. Acepta el conocimiento de los caminos de Dios. Ella entrega su vida. No se aferra a ella. Renuncia a ella por Cristo y por los demás y ¿cuál es el resultado? “Dadle el fruto de sus manos, y que sus obras la alaben en las puertas”.
H.A. Ironside fue un maestro bíblico maravilloso de hace mucho tiempo. En su comentario sobre el libro de Proverbios, cierra esta porción diciendo que en este último versículo de Proverbios 31, “Hay más de una pista de lo que espera a los cristianos cuando se presenten ante el tribunal de Cristo”. Permítanme decirles que si solo les interesa esto a corto plazo, no recibirán el salario a tiempo. Se darán por vencidas. Se sentirán desalentadas.
Así que, Ironside dice que fijemos la vista en lo que nos espera cuando nos encontremos ante el tribunal de Cristo. Mira hacia el final del camino Él dice: “Cuando la bruma de la tierra haya desaparecido para siempre, una mujer como esta”, el tipo de mujer del que hemos venido hablando en Proverbios 31, “ese tipo de mujer comparecerá ante la misma presencia del Señor con gozo y llevará sus espigas consigo”. A sus pies, echará el fruto de sus manos y las obras realizadas a través de Su gracia para que Cristo las vea todas. Cuán dulce será oír sus palabras de aprobación a las puertas del cielo”. 1
Permíteme decir que aunque nunca hayas oído palabras de aprobación de la boca de un hombre de este lado del cielo, si vives tu vida de esta forma por el poder del Espíritu Santo, un día oirás esas palabras de aprobación en las puertas del cielo, “Bien, siervo bueno y fiel. Entra en el gozo de tu Señor” (Mateo 25:23).
Ironside continúa diciendo, «En ese momento, ¿quién lamentará los días laboriosos y las noches de vigilia? ¿Quién intercambiará entonces el sendero y la porción de los santos, con todas sus responsabilidades y privilegios, por una vida fácil y por el disfrute descuidado de unas cuantas horas pasajeras en la tierra? Nadie. Con la vista puesta en esa hora sagrada cuando todas nuestras obras serán inspeccionadas por Aquél quien es dueño de nuestros más profundos afectos, aferrémonos a Cristo con propósito y de todo corazón. Aferrémonos a Su fiel Palabra, no neguemos Su Nombre, mientras esperamos Su regreso.
Annamarie: Nancy Leigh DeMoss volverá en un momento a orar. Acaba de terminar de enseñar el último versículo de Proverbios 31. Antes de estudiar este material con Nancy, sabía que este capítulo contenía mucha información importante para las mujeres, pero no me daba cuenta de lo práctico que sería ni del alcance que tendría. Dios ha estado trabajando en las vidas de las mujeres durante la serie La mujer contra-cultura .
¿Cómo ha obrado Dios en tu propia vida a través de esta serie? ¿Qué cosas te ha mostrado Dios? ¿Por qué no lo compartes con nosotros? Te animamos a escribirnos ainfo@avivanuestroscorazones.com con tu testimonio de cómo Dios ha usado esta serie para edificar o confrontar tu vida.
Aquí está Nancy para cerrar en oración.
Nancy: ¡Gracias, Padre, por la promesa de la recompensa que nos espera y la verdadera recompensa de la fidelidad aquí en la tierra es que tú te complacerás en nosotras en el cielo! Que tendremos algo que ofrecerte a Ti de verdadero valor, vidas entregadas a Tu servicio por amor y devoción a Ti. Tendremos algo que darte para expresar ese amor. Queremos que te complazcas en nosotras así que Señor, ayúdanos a escoger hoy entregar nuestras vidas, ofrecernos como sacrificio vivo, que cuando estemos delante de ti ante las puertas del cielo en ese día final, podamos oírte decir: «Bien, buena sierva y fiel.» En el Nombre de Jesús, amén.
Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.

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